La infancia es un momento crucial en la vida de cualquier persona. Con el desarrollo y el acceso a la escolarización se puede observar la aparición de dificultades de diverso tipo.
Entre estas, podemos encontrar: problemas de comportamiento, manejo de límites, duelo infantil, ansiedad, ánimo apagado o inquieto, dificultades de adaptación y relación social, miedos y fobias, dificultades para dormir y en la alimentación, retrocesos a momentos evolutivos que se creían superados, bajo rendimiento escolar, trastornos del espectro autista (TEA), déficits de atención e hiperactividad (TDAH), altas capacidades, entre otros. 

Estas dificultades a menudo desconciertan a las familias, quienes se ven ante la necesidad de consultar con un profesional. En algunas ocasiones, una evaluación y algunas sesiones con el menor son suficientes para reorientar la situación. En otras ocasiones, el proceso terapéutico sirve de apoyo vital, acompañamiento y estimulación de las distintas capacidades del menor. 

Se utiliza como eje central de la terapia la expresión mediante el juego, el dibujo y la palabra, ya sea en conversación, cuentos, historias, o actividades, dando valor a los propios intereses del menor. Esto permite conectar con el niño/a permitiendo que podamos atender mejor a sus necesidades.